MARCELO TORRES

Presidente de AAPRESID
El presidente de la Asociación Argentina de Productores en Siembra Directa (AAPRESID) impulsa una nueva era de sustentabilidad y tecnología aplicada al agro. Con una visión que combina ciencia, comunidad y compromiso ambiental, Marcelo Torres busca redefinir el futuro del campo argentino.

Sembrar innovación

Marcelo Torres encarna el espíritu pionero de una generación de productores que entienden que la agricultura del futuro se construye con conocimiento, innovación y trabajo en red. Desde su rol como CEO de AAPRESID, promueve un modelo de producción sustentable basado en la siembra directa, la regeneración de los suelos y la adopción de tecnologías de precisión. Bajo su liderazgo, la institución se consolida como un espacio de encuentro entre ciencia y práctica, donde cada campaña se convierte en una oportunidad para repensar cómo producir más, cuidando mejor los recursos naturales.

¿Cuál es la principal misión de AAPRESID bajo su gestión?

La misión principal de AAPRESID se centra en consolidar el rol de la institución como referente global. Buscamos liderar la transformación de los sistemas productivos mediante la creación de modelos interactivos de innovación, en los cuales el productor es protagonista central y trabaja en una red activa con la ciencia y la tecnología para impulsar cambios reales y sostenibles. Todo esto sin perder de vista el cimiento de la institución, que es el trabajo a campo en escenarios reales de producción para atender las necesidades de nuestros socios en cada rincón del país, con esta misma metodología. 

¿Cuál es hoy el mayor desafío de la siembra directa en la Argentina?

El mayor desafío de la siembra directa es sostener lo logrado hasta hoy. Desde AAPRESID vemos con preocupación el avance de la labranza en los últimos años. Un informe recientemente publicado por nuestra red de manejo de plagas REM estima que en 2024/2025, un 18 por ciento de la superficie agrícola nacional tuvo algún tipo de labranza. Nosotros llegamos a tener más del 90 por ciento del área bajo siembra directa. Creo que estamos dando por sentadas la calidad de nuestros suelos y la reducción en la erosión que hemos logrado en estos más de 30 años de la mano de la siembra directa. También sabemos que para continuar por el camino de la siembra directa hay desafíos por enfrentar: el enfoque simplificado de los sistemas de producción y la aplicación de la siembra directa como tecnología aislada contribuyó al avance del monocultivo, de malezas resistentes, compactación, entre otros problemas. Creemos que la real solución a estos problemas es la combinación de la siembra directa con mirada sistémica. Tenemos el desafío de promover la siembra directa como un sistema de prácticas que incluye la rotación, la diversificación de cultivos, la cobertura permanente de los suelos con raíces vivas, el manejo basado en principios de la ecología, con fuerte foco en las tecnologías de procesos y en aquellas otras tecnologías de base sustentable, como las biotecnologías o los bioinsumos, entre otras. Para esto es clave trabajar con productores, especialistas y empresas en cada región, para desarrollar el sistema de siembra directa que mejor se adapte a cada realidad. Sabemos que no hay recetas. 

“Es clave trabajar con productores, especialistas y empresas en cada región, para desarrollar el sistema de siembra directa que mejor se adapte a cada realidad. Sabemos que no hay recetas”.

¿Qué avances concretos ha logrado la siembra directa en términos de reducción de emisiones y conservación de suelos?

Hay mucha evidencia científica que muestra las ventajas de la siembra directa en estas cuestiones. Por ejemplo, está demostrado que permite reducir el uso de combustibles en un 60 por ciento y las emisiones GEI en un 40 por ciento. Un informe de Argenbio de hace algunos años revela que a lo largo de 25 años desde que comenzó su adopción, la siembra directa en la Argentina evitó la emisión al ambiente de más de 18 millones de Tn de carbono, equivalente al consumo anual de 3,9 millones de autos. En cuanto a la captura de carbono, el mismo informe revela que, en el mismo período, la siembra directa permitió incrementar el carbono secuestrado del ambiente a 121 millones de Tn. En cuanto a la conservación del suelo, un estudio publicado en Nature estima que el sistema de siembra directa evita la pérdida por erosión de 700 millones de Tn de suelo por año en todo el mundo, y que la Argentina lidera el ranking de protección del suelo contra la erosión a nivel global, con una adopción de casi el 80 por ciento en el país contra niveles que no llegan al 10 por ciento globalmente.

¿Cómo imaginás la evolución de la práctica en los próximos diez años?

Soy optimista y creo que la siembra directa recobrará su protagonismo en los sistemas productivos argentinos y escalará en el mundo. Pero también creo que tenemos mucho trabajo por delante. Debemos retomar el rol de la extensión; estar ahí para escuchar las necesidades y los problemas que tienen los productores en cada lugar y trabajar con ellos, las empresas y la ciencia para generar el conocimiento y las soluciones que necesitan para desarrollar modelos productivos bajo siembra directa que sean exitosos, rentables y sustentables.

¿Qué nuevas prácticas o tecnologías están incorporando los productores nucleados en la asociación?

Una de las grandes apuestas en las que venimos trabajando es la digitalización, donde vemos que la brecha entre tecnologías disponibles y tecnologías efectivamente adoptadas por los productores es enorme. Por eso creamos una red de validación, que ayuda a conectar soluciones del ecosistema tecnologías con las necesidades de los productores. También estamos trabajando en proyectos relacionados con gemelos digitales, que se refiere al uso de modelos predictivos para simular el impacto que tienen en los indicadores de triple impacto las modificaciones que hacemos en las tecnologías de procesos e insumos. Pero además de las tecnologías de insumos, estamos apostando a ajustar tecnologías “de procesos”, generando conocimiento que nos ayude a mejorar la toma de decisiones. 

¿Qué rol tiene la innovación tecnológica en el futuro de AAPRESID y de los productores?

La innovación tecnológica está en el ADN de los pioneros que fundaron AAPRESID, y sigue siendo pilar fundamental de nuestra misión. Y de cara a los desafíos que vienen, la innovación será condición sine qua non para sostenerse en la actividad. Pero no la innovación en términos de una tecnología o solución mágica, sino en la forma en que nos vinculamos y en las redes que podamos construir. Ante estos desafíos tenemos que ser innovadores y creativos para crear una vinculación inteligente, que nos permita tener conversaciones conducentes, de calidad.

¿Qué oportunidades abre la agricultura digital (IA, big data, drones, sensores) en el manejo de suelos y cultivos?

Vemos un enorme potencial en las Agtechs para promover el cambio cultural y capturar valor dentro de las empresas, ya que permite tomar mejores decisiones, y hacia afuera, al garantizar la trazabilidad y los indicadores que nos permiten diferenciar los modelos de producción más sostenibles. Estas posibilidades son especialmente explotables en países como la Argentina, donde los productores se encuentran entre los más jóvenes del mundo, son profesionales y tienen un perfil de gran interés en incorporar nuevas tecnologías, especialmente aquellas destinadas a medir parámetros de producción, mejorar la eficiencia y la sostenibilidad. Pero para avanzar en la digitalización necesitamos cerrar la brecha entre tecnologías y herramientas digitales existentes y las realmente adoptadas por los productores. 

“Para avanzar en la digitalización necesitamos cerrar la brecha entre tecnologías y herramientas digitales existentes y las realmente adoptadas por los productores”.

¿Cómo se puede combinar tradición agrícola con biotecnología y digitalización para mejorar rendimientos?

No sé si lo que voy a expresar tiene que ver necesariamente con la noción de “tradición”, pero hay un “saber empírico”, un saber que viene de la experiencia, de la prueba y el error, que está en los productores que conocen el terreno de memoria, que saben lo que funciona, lo que no, aunque tal vez no terminan de descifrar el porqué.

Ese saber es enormemente valioso en el desarrollo de conocimiento y tecnologías útiles, que resuelvan problemas reales de la producción. A ese conocimiento tratamos de darle protagonismo con nuestra metodología de innovación en red que involucra a la ciencia y a las empresas con sus nuevos insumos y herramientas. En estos dispositivos de innovación, los especialistas de universidades y entidades del conocimiento aportan metodología y rigor científicos, y las empresas sus insumos y herramientas tecnológicas 

¿Cómo ves el impacto de la siembra directa en la competitividad internacional de los granos argentinos?

La siembra impacta positivamente en la competitividad de los granos argentinos a nivel internacional, ya que permite producir de manera altamente eficiente, es decir, producir más granos por hectárea usando menos cantidad de recursos como agua y con menores costos operativos. Tengamos en cuenta que los productores argentinos producen en un entorno de fuerte presión impositiva y social, lo que nos ha obligado a buscar la eficiencia, adoptar tecnologías y capacitarnos permanentemente. Esto no pasa en otros lugares del mundo, donde la agricultura es ineficiente y altamente subsidiada.

¿Qué rol puede jugar la Argentina en el mundo como proveedora de alimentos producidos de manera sustentable?

Sudamérica juega un rol clave en la provisión sustentable de alimentos, ya que representa el 37 por ciento del mercado global de maíz, trigo y soja, y el 31 por ciento del de carne. Pero, además, la región está preparada para hacerlo de forma sustentable. En materia de cuidado del suelo, mientras en el mundo el área bajo siembra directa no supera el 15 por ciento, en Sudamérica representa más del 50 por ciento. Por otro lado, Brasil y Argentina concentran el 40 por ciento de la superficie global con OGM, una tecnología clave para producir más con menor impacto ambiental. Tenemos el desafío de desarrollar una mirada regional, que defienda los modelos agrícolas de Sudamérica y que ayude a los productores a demostrar y capturar el valor de una agricultura aliada contra el cambio climático, eficiente, productiva, tecnificada. 

¿Cómo impactan las políticas públicas actuales en el desarrollo de la siembra directa?

Como comenté antes, la presión fiscal y el permanente cambio de reglas de juego no construyen mirada sistémica ni de largo plazo. Además, tenemos que encontrar articulaciones público-privadas inteligentes que permitan posicionar nuestra producción y agregar valor en origen para contribuir con el desarrollo federal. En este sentido, la comparación con nuestros países vecinos y el desarrollo que han tenido en estos últimos 40 años con el menor crecimiento en nuestro país nos dejan muchas enseñanzas para valorar la importancia de tener acuerdos y políticas de estado más allá de los cambios de gobierno con miradas diferentes. Estamos trabajando con CIPPEC en esta agenda.

¿Qué medidas creés necesarias para potenciar la competitividad de los productores argentinos?

Necesitamos políticas de Estado que atraviesen a los distintos gobiernos, como pasa por ejemplo en materia de agro en Brasil, y que cuenten con la visión de posicionamiento de cadenas que tienen países como Australia. Necesitamos medidas que aborden cuestiones como riego, fertilización, conectividad, desarrollo de infraestructura, vías férreas, hidrovías, biocombustibles. En línea con esto último y para poner un ejemplo: hoy el corte en Brasil es prácticamente el triple que en la Argentina. 

¿Cómo debería ser la articulación entre el Estado, los productores y la ciencia para consolidar un modelo agrícola más eficiente?

Para abordar las cuestiones mencionadas, necesitamos de un vínculo público-privado inteligente, que genere crecimiento y desarrollo federal. Debemos construir una vinculación moderna e inteligente entre público y privado. Hay que tener una macroeconomía ordenada y también mirada estratégica para ver cómo nos podemos posicionar en mercados donde emergen nuevas demandas, por ejemplo, el biocombustible sustentable para aviación (SAF en inglés), que implican tareas de posicionamiento en los mercados, marcos regulatorios para los biocombustibles y coordinación entre distintos actores. 

¿Qué mensaje les darías a las nuevas generaciones de productores que empiezan a integrarse al agro argentino?

Les diría que no duden un segundo en meterse en esta actividad apasionante que, lejos de ser desconectada, “artesanal” o anticuada, constituye un ecosistema moderno, dinámico, cada vez más conectado y digitalizado; un ecosistema, además, cada vez más consciente y comprometido con los desafíos que nos propone la degradación ambiental y el cambio climático. Es una actividad que, además, resulta de las más gratificantes, porque conecta con algo tan primario como aprender de la naturaleza y producir alimentos. Conlleva un desafío global fascinante y complejo: producir más alimentos, fibras y energías, pero con menor impacto ambiental.

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Romina Parquet, directora ejecutiva de CIMC Wetrans Delfin Group Argentina, es una líder empresarial con amplia experiencia en el sector logístico y de transporte. Con una visión innovadora y estratégica, ha impulsado el crecimiento y el desarrollo de la compañía en nuestro país.