AGUSTÍN DRAVNOSKY

CEO – Compañía de Tierras Sud Argentino
Agustín Dranovsky es licenciado en Comercio Internacional con distintas especializaciones en la gestión de los agronegocios. Desde 2019 es el CEO de Compañía de Tierras Sud Argentino, una de las empresas líderes en el sector agropecuario en la Argentina, con un enfoque en la producción y administración de tierras.

“Los avances que hoy se aplican en agricultura deberían replicarse en la ganadería”

Agustín Dranovsky es licenciado en Comercio Internacional con distintas especializaciones en la gestión de los agronegocios. Durante su trayectoria profesional formó parte de grandes empresas como Banco HSBC y Grupo Bermejo. Desde 2019 es el CEO de Compañía de Tierras Sud Argentino, una de las empresas líderes en el sector agropecuario en la Argentina, con un enfoque en la producción y administración de tierras.

Compañía de Tierras Sud Argentino es la firma con mayor posesión de hectáreas del país, líder nacional en la cría de ganado ovino y bovino y producción de lana. Desde su experiencia al frente de una empresa tan activa y protagónica en el sector, ¿cuáles cree que son los pilares esenciales para que la Argentina vuelva a ser potencia agropecuaria? ¿Qué rol busca ocupar su empresa en este proceso?

Compañía de Tierras Sud Argentino (CTSA) es una empresa con más de 135 años de historia en la Patagonia argentina. Además de líderes en cría de ganado ovino y bovino y producción de lana, somos una compañía de producción agrícola y forestal. Es necesario que la potencialidad de la industria y los distintos sectores se conviertan en un hecho. En ese sentido, son varias las políticas que permitirían aumentar la producción agropecuaria. Por ejemplo, una ley de semilla sería la llave para el ingreso de tecnología hoy no disponible en el país, pero que sí se encuentra disponible en países vecinos. Mismo la infraestructura necesaria en logística para el transporte marítimo y ferroviario, lo que sería de gran ayuda para optimizar los fletes internos de larga distancia. A su vez, la baja de los derechos de exportación para potenciar la producción agrícola. En cuanto a sectores específicos, el desarrollo de la foresto-industria como el que logró Uruguay en los últimos años y un plan orientado a mejorar los índices de la cría podrían ayudar notablemente a aumentar la cantidad de terneros y en paralelo la producción de carne vacuna.

Alcanzar el desarrollo industrial para potenciar todos los sectores del agro requiere financiamiento de largo plazo, mejorar y crear nueva infraestructura y tener estabilidad del tipo de cambio, así como mantener a la baja la inflación y una política fiscal ordenada. El RIGI es un paso muy importante en esa dirección, que debería ser exitoso de la mano de la apertura del cepo y la estabilidad macro. CTSA busca continuar y profundizar el proceso que se inició hace tiempo en materia de búsqueda de oportunidades comerciales, desarrollo tecnológico e innovación, desarrollo genético, reinversión de utilidades y el aporte al desarrollo de las personas que trabajan en la empresa, así como el de las comunidades vecinas.

La Argentina tiene una alta dependencia de mercados puntuales, como China y Brasil. Pensando en recuperar protagonismo en la escena global, ¿cuáles son sus perspectivas respecto a la diversificación y apertura a nuevos mercados internacionales? ¿Qué oportunidades ve en el panorama global para las exportaciones agropecuarias argentinas?

El sector agropecuario en la Argentina está compuesto por muchos sectores. Además de la producción agrícola y bovina, está el sector forestal, citrícola, de frutas frescas, de frutos secos, hortícola y vitivinícola entre otros, que tienen potencial en la medida que pueda proyectarse una rentabilidad de largo plazo y se instalen industrias para procesar la producción primaria. El procesamiento de la producción primaria, además de agregar valor, es una forma de diversificar y ampliar la oferta de productos y aumentar el universo de mercados potenciales. Probablemente China seguirá siendo el principal destino de las exportaciones, pero eso no impide desarrollar un plan estratégico para cada sector del agro y definir sus mercados objetivo.

La digitalización del agro y su alcance en los distintos eslabones de la cadena productiva requiere progresivamente la formación de personal especializado con habilidades específicas, como análisis de datos y manejo de maquinaria avanzada. A pesar de la importancia del sector agropecuario para la economía argentina, existe una brecha importante entre la demanda de estos perfiles y la disponibilidad de trabajadores capacitados. ¿Cómo trabaja CTSA para atraer y desarrollar talento en el sector agropecuario? ¿Qué habilidades cree que serán fundamentales para que la Argentina pueda crecer competitivamente a nivel global?

La transformación digital obliga a todos los sectores de la economía a repensar la estrategia para atraer los talentos requeridos, pero también a desarrollar estrategias orientadas a capacitar los propios y generar los incentivos para que los futuros trabajadores se formen en carreras orientadas a cubrir esas necesidades. En el sector agropecuario en particular, la brecha entre la demanda y la oferta de esos perfiles tiene varios orígenes, como la escala, la falta de datos y la escasa o nula rentabilidad en muchos sectores del agro. El proceso de digitalización comenzó en el sector agrícola, donde la rentabilidad, las competencias técnicas y la escala permiten invertir y testear nuevas tecnologías. En el caso de CTSA, estamos aprovechando la escala para utilizar nuestros campos y actividades como un gran laboratorio y probar nuevas tecnologías. Desde el trabajo interno, estamos poniendo el foco en capturar los datos a través de sistemas y adecuar procesos para ser cada vez más eficientes y sostenibles. Este es el paso inicial para probar tecnologías que procesen la información y nos devuelvan recomendaciones útiles, y al mismo tiempo encontrar puntos de mejora o realizar pruebas en función del análisis de datos. En nuestro caso, vemos que la tecnología y la incorporación de nuevos talentos serán fundamentales para aumentar la producción en zonas hostiles y marginales (por el clima y las características del ambiente). En este sentido, la tecnología orientada a medir la oferta de materia seca, a predecir el clima, genética en semillas y pasturas que mejor se adapten a cada tipo de ambiente, y sistemas que faciliten la captura y análisis de datos sin duda nos van a ayudar a ser más eficientes en el uso de los recursos.
Por eso creo que este tipo de habilidades van a estar centradas en el análisis de datos en combinación con el conocimiento técnico. Esto definitivamente nos va a permitir una mejor y mayor interpretación de la información, y acá es donde además entra en juego la inteligencia artificial. La oportunidad está en desarrollar plataformas que brinden este tipo de servicios al conjunto de los productores, dado que por la escala sería imposible que estos desarrollos provinieran de cada productor en forma individual. La tecnología será un factor clave para mejorar la rentabilidad en zonas marginales o en grandes superficies donde no hay espacio para el error.

La agroindustria enfrenta una fuerte exigencia a nivel global de adoptar prácticas más sostenibles, lo que impulsa una transformación muy fuerte en la manera de producir. ¿Qué acciones concretas implementa CTSA para equilibrar el crecimiento con el cuidado del medio ambiente? ¿Ve a la Argentina con posibilidades de posicionarse en la vanguardia de la producción sustentable?

La Argentina ya está a la vanguardia de la producción sustentable. Son muchos los productores que utilizan los denominados productos banda verde, que envían a distintos centros de procesamiento los bidones vacíos, o están desarrollando pruebas con bioinsumos como fertilizantes. En nuestro caso, además de realizar todas esas prácticas, contamos con las certificaciones RWS y orgánica en Patagonia, la certificación RTRS y bienestar animal. También desde hace tres años comenzamos a elaborar nuestro reporte de sustentabilidad, el cual nos permite recopilar todas las acciones, analizarlas y definir estrategias orientadas a optimizar el uso de recursos como la energía, el agua y el suelo, e incluso evaluar la sostenibilidad de todo el negocio.

“La apertura de mercados tanto para exportar como para incorporar nuevas tecnologías es una oportunidad de mejora. La expectativa se centra en bajar costos y acceder a insumos y equipamiento que permitan aumentar la producción”.

El acceso a insumos clave para la modernización del agro fue uno de los desafíos más grandes para el sector en los últimos años. En un escenario en el que se liberen las importaciones, ¿qué oportunidades ve para que el sector pueda crecer en innovación tecnológica? ¿Cómo se prepara su empresa para aprovechar estas oportunidades?

Entendemos que la apertura de mercados tanto para exportar como para incorporar nuevas tecnologías es una oportunidad de mejora. Principalmente, la expectativa se centra
en bajar costos y acceder a insumos y equipamiento que permitan aumentar la producción. En particular en CTSA importamos genética de Australia para el mejoramiento de la raza Merino, con el objetivo de incrementar la producción de carne y lana, y afinar esta última. En esa línea esperamos contar con más oferta de equipamientos y herramientas que faciliten las recorridas de los campos y el monitoreo. En otros aspectos será necesario acompañar la posibilidad de importar con la adecuada legislación para proteger la propiedad intelectual.

En las últimas décadas, el agro sostuvo la demanda de ciertas políticas públicas destinadas a promover el crecimiento y la competitividad. Con el cambio de administración, ¿qué expectativas tiene en cuanto a la concreción de esas medidas que puedan favorecer al sector? ¿Cuáles considera que serían las políticas públicas prioritarias para volver a posicionar a la Argentina como potencia en el mundo?

El cambio de gobierno generó expectativas en el sector privado. Principalmente por la plataforma de campaña, en la que se plantearon objetivos como terminar con la inflación, eliminar los múltiples tipos de cambio, levantar el cepo, eliminar los derechos de exportación y reducir la cantidad de impuestos y sus respectivas alícuotas. Hoy muchos de esos objetivos se han logrado, lo cual junto a la aprobación del RIGI alimenta aún más las expectativas generadas. Sin duda, este nuevo contexto será un gran impulso para la economía en general y para el sector agropecuario en particular. Ya la aprobación del RIGI es un hecho contundente y un instrumento que, en la medida que se consolide la baja de la inflación y se cumpla con el resto de los objetivos, debería generar el atractivo necesario para concretar inversiones. Como mencioné anteriormente, la ley de semillas, la baja de costos para importar, la eliminación de los derechos de exportación y la estabilidad cambiaria con un único tipo de cambio son las políticas que deberían transformarse en los pilares que impulsen inversiones orientadas a incrementar la producción primaria y la industrialización de esas materias primas, lo que además permitirá la generación de nuevos puestos de trabajo y por ende también colaborará en la formalización de la economía.

Finalmente, mirando hacia el futuro, ¿cómo visualiza la evolución del sector agropecuario argentino en los próximos diez años? ¿Cuáles cree que serán los cambios más trascendentales que protagonizará el sector en ese futuro cercano?

En Compañía de Tierras somos muy optimistas en cuanto al crecimiento y desarrollo del sector agropecuario por varios motivos. En principio, la digitalización y el desarrollo de nuevas tecnologías permitiría eliminar las cuestiones de economía de escala y darles mayor competitividad a los productores de menor escala o con menores recursos para encarar desarrollos propios. La tecnología también debería permitir un mayor conocimiento del metro cuadrado facilitando el monitoreo de la producción, optimizando el uso de recursos como semillas, fertilizantes, agroquímicos y otros, y permitiendo poner en producción áreas marginales.
Los avances que hoy se aplican en agricultura deberían replicarse en la ganadería con tecnologías que permitan una mejor gestión de la actividad sobre la base de un permanente seguimiento del balance forrajero que optimice la carga, un plan sanitario orientado a la detección temprana de enfermedades y el uso óptimo de productos veterinarios, la generación de información para el mejoramiento genético y un permanente control de los rodeos para minimizar pérdidas por robo o mortandad.

Por otro lado, el aumento de producción y el desarrollo de nuevos proyectos deberían presionar para la inversión en infraestructura como puertos, trenes, rutas y vías navegables que permitan reducir los costos logísticos en todas las etapas de la cadena. Este aspecto no es menor, a la hora de poner en producción zonas marginales con potencial productivo. Además, el crédito de largo plazo es la otra herramienta fundamental para fomentar inversiones, en el marco de una economía estable donde haya previsibilidad y rentabilidad. En esto creo que hay ejemplos para replicar de los países vecinos como Uruguay, Brasil y Chile, que han consolidado industrias como la forestal o la cárnica con grandes inversiones enfocadas en el largo plazo.

Pero la principal razón para ser optimista en el largo plazo es la naturaleza del productor agropecuario, que está siempre dispuesto a incorporar tecnología, a producir en condiciones adversas y a creer que la mejor campaña será siempre la próxima.

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